Aunque mi tío tenia prisa, no podía irse sin aceptar un trago. Cuando se sentó ante una mesa larga , se percató de que unas caritas infantiles lo observaban timidamente a través de la tenue luz. ¡Era una multitud de niños! grandes y pequeños, gordos y flacos, incluso un par de gemelos.
Mi tío apuro su bebida y el granjero lo acompaño hasta el coche . Antes de marcharse, mi pariente pregunto:
- ¿Son suyos todos esos niños?
El hombre asintió con la cabeza.
- ¿cuantos tiene?
- Diecinueve - y notando el gesto de sorpresa del visitante agregó - Los inviernos son largos aquí.
A.S.
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